Los objetos de mi casa

Últimamente me ha nacido una pasión inexplicable por los objetos. Bueno, en realidad, muy loco no es. Como se acordarán, les conté que en algún momento iba a ser diseñadora gráfica, así que todo lo que tenga que ver con la estética, los colores, las formas… me apasiona.

El otro día se me dio por dar algunas vueltas por mi casa y, aprovechando que tengo un blockeo lector (sí, sí, después les contaré sobre eso), me puse a revisar algunas cosillas que tengo en estantes, mesas de luz, sobre la cómoda.

Como dice mi amiga Aniko, los objetos nos cuentan muchas historias y nos abren una puerta (esto lo agrego yo) al Universo del que los posee.

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Tuve la suerte de ir a París dos veces. La primera fue de visita, invitada por una amiga que estudiaba inglés en la misma Universidad que yo en Londres. Antes de volverme a la Argentina, me propuso cambiar el pasaje y pasar unos días en su casa en París, con su familia, para que conociera su ciudad. ¿Cómo podía decirle que no? Esa semanita, que incluyó una visita a la casa de la abuela en Bretaña, cerca de una ciudad llamada Morlaix, me animó a hacer la contundente promesa que volvería a París en un futuro cercano para aprender bien el francés y conocer la ciudad en profundidad.  A los 5 años, gracias a una beca que gané a través e la facu y la Embajada, pude cumplir mi promesa y trabajé un año entero en París como asistente de lengua española en una escuela secundaria.

Esta cajita de música, que como no podía ser de otra manera hace sonar La vie en rose (hacé click si querés esucharla por Edith Piaf), en realidad no fue una compra mía de ninguno de esos viajes. Fue un regalo de mis padres, que fueron hace poquito a visitar la Ciudad Lumiére.

Año 2007: se me ocurre la loca idea de anotarme en el Profesorado de Nivel Primario (¡¡loca loca idea!! !¿¿Por qué??! 😝). Cuando terminamos, por fin, las residencias y ya estábamos egresados (y agotadísimos), nuestra profesora nos regaló a cada uno este cactus tejido por ella. Hermoso. Me pareció un detalle re lindo. No le creí, en aquel momento, que lo había hecho ella; ¡está perfectamente confeccionado! Pero como buena diplomática, no dije nada, le di un voto de confianza… por qué iba a dudar de sus habilidades artesanas, ¿no? Dice el año en que me gradué, así que, hagan las cuentas… más vale hubiera seguido con letras o arquitectura… o marketing, ¡más corto todavía! Ah… las decisiones de la vida…

Che, ¡que en la docencia no todo es negativo! Tiene cosas lindas: por ejemplo, algunos alumnos. Estas tacitas las adoro, son regalo de dos alumnas mías que venían a casa a practicar escritura y a soltarse un poquito charlando de la vida. Querían ganar más confianza en esto que a todos nos cuesta: crecer. Cuando terminó el año, me regalaron estas tacitas juntos a unos Nugatones que venían dentro. ¡Unas dulces! Son estas las tacitas que uso todos los días para desayunar.

«La lámpara de la fortuna», como yo le digo… ¿No parece las que usan las brujitas (ojo con las asociaciones) para «ver» el futuro? Yo por ahora, cada vez que la prendo, puedo ver mejor lo que tengo en la biblioteca o el libro que estoy leyendo si es que estoy sentada cerca… Me encantó el diseño: «modernoso» y minimalista. La encontré en una tiendita de objetos de decoración, acá por el barrio. Un negocio que tiene muy poco movimiento, a decir verdad. Pero me encantó para ponerla en un estante de la biblioteca. Después de un tiempo, vi la misma en Falabella u otro local de iluminación por Palermo, no me acuerdo… y estaba como al cuádruple de lo que yo la había pagado. ¡Aplausos para mí! 👏👏 Jeje

 

Esta muñequita fue regalo de mi amiga Romina para mi cumple (creo) o para un día del amigo… ya no me acuerdo. Me encantó cómo está construida con alambre y lo que parece ser papel maché bien pintadito. Alegra muchísimo mis estantes blancos y se la puede enganchar donde quieras (visiten la página de Alambritas haciendo click acá). La verdad que es muy alegre y la tengo haciendo malabares ahí hace ya unos años…

¿Quién tiene un gatito como éste? Levante la mano… Me lo regaló hace un tiempito mi hermana. Lo conseguió en plateado, cosa que me pareció re original y me encantó porque no me gustaba mucho el dorado que generalmente tiene. El plateado va mucho mejor con la mayoría de las cosas que tengo en casa. Después me enteré que también existe en blanco y en otros colores; y que depende el color es el «don» que te otorga. Este, por tratarse de un gatito sentado sobre monedas, parece que algo tienen que ver con la abundancia y el dinero… Bueno, algo funciona les digo… de a poquito… piano piano… Sé que lo importante es que el bracito esté siempre en movimiento para que se dé la «bendición» pero hace tanto ruido, les juro, que opté por sacarle las pilas y ahora quedó durito como rulo de estatua. (¡Ah! ¡¡¡Era eso!!! Me voy a bancar el «toc toc» de nuevo a ver si me entran algunos pesitos 😉)

Estas mamushkas, que bien podrían ser de Bariloche y tener olor a chocolate, son en cambio de Praga. Fue un regalo que me trajeron mis viejos de allá y me explicaron que simbolizan alegría y apertura del ser interior, justamente porque se van desplegando y abriendo una detrás de otra. Otros de los significados que tienen es el de la fertilidad asociado al nombre «mamushka» o «matrioska» que es la muñeca rusa que tiene otra muñequita rusa y a otra y otra, como si se furan pariendo unas a otras… ¡Tendrán que esperar un poco más para ser abuelos, viejos! Jeje

 

Y por último….

 

¿¿¿ Cómo llegó esto a mi casa???