Este diario nace de la necesidad de encontrar un lugar donde compartir todas mis exploraciones. Me inspiré (o copié, como más les guste llamarlo) en dos newsletters que recibo semanalmente… leer más.
Lunes:
Hoy me levanto con una contundente resolución: no volver a pasar una navidad como la que pasé la semana pasada con mi familia de origen. «Familia de origen» es la que está «atrás»; la familia de donde venimos. (Y de la que, algunos, queremos huir jaja). No voy a entrar en detalles. Por eso quedé muda la semana pasada y no hubo blog. «Mejor no hablar de ciertas cosas…» decía Sumo.
Soy absolutamente consciente de que el año pasado hice exactamente la misma promesa. «Voy a pasar una fiestas diferentes». Y aquí estoy. Pero ojota: hoy tomé el valor de mandarles un saludito por whatsapp a mis viejos y comencé mi año en la casa de amigos, brindando con buena onda, risas y chicos jugando a la pelota.
No quiero caer en el lugar común de decir que las fiestas son difíciles. Solo voy a afirmar que este año aprendí que 1) si querés cambio, cambialo vos y 2) hay que alimentar los lazos con amigos; si todavía no tenés familia «para adelante», son los más parecido que podés encontrar. No voy a decir nada más porque va a sonar a cliché de autoayuda… y algo de ese tufillo tuvo toda esta semana.
Martes:
Nuevo año.
La cena de ayer me dejó con nuevas pilas. Esto va mejorando. Me reencontré con amigos, me sentí yo misma de nuevo. ¿Qué quiero cambiar? ¿Qué quiero hacer? ¿Por dónde empiezo? (les dije que esta semana iba a sonar a Dalai Lama)
Voy a confesarlo. Aquí y ahora. No todo en mi vida es literatura, cultura y noñera. Soy humana. Aparte de leer a Onetti e interesarme por el periodismo narrativo, sigo a health & lifestyle coaches en Youtube y pido libros de no ficción en inglés por Book Depository.
Listo. Lo dije.
Hace algo de año y medio, me agarró una ola de energía y determinación inusitadas y empecé a cuidar mi alimentación y a hacer actividad física regularmente. El que siga mi cuenta de Instagram habrá visto que mis posteos eran siempre sobre las comidas que me preparaba con ingredientes nuevos, descubriendo frutas, verduras, cereales y legumbres que no sabía que existían. Iba a una nutricionista muy fashion (Florencia Raele) y me sentía de diez. Bajé como 13 kilos y tenía unas pilas bárbaras. En ese entonces, buscando recetas, descubrí en Youtube a Sara (Sara’s Day). La mina no solo es una diosa, sino que vive en Sydney, por lo que sus videos mechan cocina, rutinas de ejercicios y zambullidas en el mar de Australia. Las idas a la playa con la tabla o la bici motivan a cualquiera, no me digan que no. (Si trotás por el Parque Rivadavia con los ojos cerrados tal vez puedas imaginar que vas por las playas de Byron, eso hasta que te topes con el olor a meo que hay detrás del monumento a Bolívar).
Hoy, 1 de enero, y con los 13 + 5 kilos recuperados que me eché encima desde que dejé la nutri y el gym, quiero decir que volví a sintonizar (qué palabra antigua, no a lugar) a Sara. Ahora parece que está embarazada pero con las mismas pilas de siempre. El depto lo tiene divino y cada día se pone ropa de lino más linda para ir a la playa. Ahhhhh (suspiro).
Me voy a arrepentir de escribir tanta huevada, ya lo sé. Pero el que no sea superficial que tire la primera piedra. Igual se trata de la salud y el bienestar, estoy justificada. Hay que dar bola a lo que sea que ayude a levantar el culo del sillón.
Si quieren leer más nonsense de motivación y fitness vayan a mis antiguos posts de Instagram. Qué tupé.
Miércoles:
Resolución número 2 del año: me permitiré dejar por la mitad un libro que no me esté gustando.
Basta, no puedo con La grieta de Doris Lessing. Es un embole. Creo que hay dos tipos de lectores. Aquellos que pueden disfrutar el tema que están leyendo más allá de cómo esté escrito y otros que le ponen más atención al cómo. Yo soy de este último grupo. No me importa tanto lo que se esté relatando sino cómo están formadas las frases, cuáles son las metáforas utilizadas, cuál es el ritmo de la narración. Esta mujer habrá ganado un premio Nobel, no le niego su talento, pero no puedo leer más de dos páginas sin quedarme dormida. Aparte las construcciones de mitos / leyendas me aburren. No tengo manera de sentirme identificada. Me pasó lo mismo cuando traté de leer El señor de los anillos de Tolkien o La saga de los confines de Liliana Bodoc.
Decido, entonces, continuar con mi amada Leila Guerriero y sus perfiles en Plano Americano. Y siguiendo con la onda «solo tú puedes cambiar tu vida», miren esto que dijo Facundo Cabral cuando lo entrevistó Leila:
(…) pensé que a los setenta años iba a tener una casa en el sur de la provincia de Buenos Aires, y a esta hora iba a estar tomando mi primera copa de vino frente a un hogar, leños ardiendo, y un montón de niños jugando por ahí. Y yo contando historias. Nunca lo tuve ni lo tendré. Tampoco hice nada para eso. Pero creí que, naturalmente, se terminaba así. Que la soledad y el vagabundeo eran un juego hasta llegar a ese final. Una vez fui a Medellín. Todos los verdes del mundo y curvas, curvas. En la ladera de una montaña había una casita y dos viejitos de la mano, tomando sol. Destrozaron toda mi idea del mundo. Pensé: “qué imbécil, yo creí que sabía qué era la felicidad. Y tengo razón, pero si sacan a estos dos de acá”. A esa edad debe ser lindo ir a una casa en la montaña, tomar una copa de vino, hablar tonterías. “¿Viste qué humedad?” “Escuché en la radio que mañana va a haber menos humedad”.
Yo quiero ser la viejita. No Facundo Cabral.
Lo voy a hablar en terapia.
Jueves:
Vuelvo a la casa de mis amigos con los que pasé año nuevo. Cenamos ravioles con el arrullo del sonido de los dibujos animados que quedan dando vueltas en la tele del living. Antes de que las nenas se duerman después de un día intenso de colonia, Martina, la mayor, me acerca un libro. «¿Conocés el Teatro Colón?». Ese es el título. Me cuenta que este año (digo, el año pasado) fue con la escuela a conocer el teatro y que después de la visita le regalaron a cada uno de los chicos este libro. Tiene fotos del salón, el escenario, la orquesta y los talleres. Las fotos están acompañadas de dibujos y explicaciones. Hay un pequeño texto sobre el ballet, otro de la ópera, fotos de cuadros de Degas… ¡se me cae la baba!
Obvio que me lo traigo a casa. Martu me lo presta para que lo lea. Tomá pa´vos, Doris Lessing, ¡esto sí que me gusta!
Cuando vivía en París, recuerdo que en las librerías de los museos había un montón de libros para chicos donde se explicaban las obras, se relataban las vidas de los artistas. Todo de manera didáctica, con ilustraciones e infografías atrayentes. Nota mental: me voy a meter en las librerías de los museos de Buenos Aires, me dijeron que acá también se están haciendo libros así. Tiembla mi billetera.
Viernes:
El universo me está hablando. Llega mi pedido de Book Depository. El libro se llama The Happiness Proyect. Hacía tiempo que lo tenía en mi Wishlist de la página. La autora es una periodista yankee llamada Gretchen Rubin (agarrate que tiene Blog). Rubin se tomó un año para mejorar su vida, ser más feliz, analizando los puntos en los que creía que podía hacer algún cambio para mejor. El libro está organizado en 12 capítulos (uno para cada mes del año) donde se concentra en un aspecto específico a mejorar: Vitalidad, Pareja, Trabajo, Tiempo Libre, etc. Es uno de esos libros que, yo imagino, leen las señoras sajonas en las reposeras del all-inclusive en las Maldivias. ¿Es literatura como para sacarse el sombrero? No. ¿Me divierte y en algún punto me motiva leer estas huevadas? Sí, absolutamente. ¡Sorry not sorry!
Así motivada con mi proyecto de nuevo y mejorado «yo», armo mi bolso con botella, toalla; me pongo el top, unos shorts, y cruzo decidida el Parque hasta el gimnasio. Tengo que pedirle al de la Recepción que me recuerde qué dedo poner para pasar el molinete y entrar. Realmente hace tiempo que no vengo. Me dice el izquierdo. Me acuerdo que el día que me tomaron la huella, yo tenía ese dedo lastimado, así que para mí es el derecho. Bueno… a ver… dale que empieza la clase de spinning. ¿O será muy fuerte para empezar? Está también Ritmos Latinos a esta hora… No, me la baja. ¿Hago 30 minutos en la cinta, entonces, y empiezo suave?…
«APTO FÍSICO VENCIDO – DEBERÁ RENOVAR EL APTO PARA PODER INGRESAR AL GIMNASIO»
Puta madre.
Sábado:
Tarde de Netflix. Vean Roma. Son 2 y 1/4 horas. Tiene planos laaaargos. Es en blanco y negro. Difícil de ver si te gustan las de acción (o si como yo, ves videos de gimnasia australiana en Youtube) pero vale la pena. Es la historia de una empleada doméstica en una casa de familia en México, años 1970/71. Relata cómo va cambiando su relación con la patrona a medida que le van sucediendo algunas cosas a ella y a la ama de casa. El foco también está en su relación con esos niños que ella cuida y a veces, cría. Llena de simbolismos y con algunas imágenes muy fuertes. Muy. Es excelente. Creo que está nominada al Oscar, si no me equivoco. Como dije en el Diario anterior, la quería ver en el Malba pero me tentó cuando la vi online. ¿Qué onda Netflix que sube pelis que están en el cine en el mismo momento?
Mañana voy a comprar una galette de Rois para el día de Reyes. El que no sepa lo que es, tiene que probarla. Es una torta de hojaldre y pasta de almendras que se come en Francia para el día de Reyes. La torta viene con un muñequito de plástico o cerámica adentro. Al cortar las porciones, hay que comer con cuidado, porque al que le toque la figurilla, se lo coronará rey por un día. Cuando comprás la galette, te dan la corona de papel para que se la ponga el afortunado. Un amor.
Ya averigué dónde la venden acá: en L’epi y en Co-pain. Voy a ir a Co-pain que me queda más cerca. Si saco foto mañana se las comparto acá:
Estas fueron algunas de mis exploraciones esta semana.
¡Nos vemos el domingo que viene!
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